Visita el Parque Faunístico de los Pirineos, viaja a los Pirineos de hace 11.000 años.

Visita el Parque Faunístico de los Pirineos, viaja a los Pirineos de hace 11.000 años.
Publicada el 09 enero 2011 12:18:00
Archivado en noticias de Lacuniacha del año 2011


Logo de Lacuniacha Visitar el Parque Faunístico de los Pirineos, es adentrarse en un bosque lleno de vida, atravesar un túnel del tiempo que nos traslada a los Pirineos de hace 11.000 años. Es difícil definir el recinto; la experiencia sorprende agradablemente, proporciona la sensación de sumergirse en un entorno que nos muestra la naturaleza y animales, que hace miles de años poblaban el lugar.


Es necesario dejar de lado la idea de una visita convencional a una reserva de animales, hay que planificarlo como una excursión a un mundo que encierra algo mágico, que se descubre desde el silencio y la observación. Hay que ir adecuadamente pertrechado con calzado deportivo o botas de montaña, crema solar, prendas para la lluvia, y para posibles cambios bruscos de temperatura, ya que nos encontramos a una altura de entre 1.380 y 1.560 metros.

Pero tan importante como el equipo es la disposición personal para actuar como un explorador que se adentra en el bosque y recorre sus senderos con los ojos bien abiertos, descubriendo una nueva forma de ver a los animales, acechando, espiando, contemplando, como si de un hombre primitivo se tratara, sólo que nuestro propósito no es su caza, y nuestro trofeo será observarlos, fotografiarlos, poder contar y enseñar orgullosos a nuestros familiares y amigos, nuestra hazaña.

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El recinto está abierto todos los días del año, y una vez que hemos pasado por la caseta de la recepción, nos adentramos a través de senderos naturales de montaña, en un bosque de treinta hectáreas de extensión, los caminos tienen una longitud aproximada de cinco kilómetros y ciento ochenta metros de desnivel.

Iniciamos la subida de la primera cuesta, que es la más pronunciada, no debemos desanimarnos, el recorrido debe hacerse con sosiego, sin apresuramiento, observando la naturaleza que nos rodea y disfrutando de ella, es aconsejable dedicar unas tres horas a la visita, para apreciar con detalle este “bioparque”.

Si caminamos en silencio podemos escuchar el canto de las aves que pueblan el bosque mixto, y si miramos con detenimiento a nuestro alrededor y los troncos de los árboles, podemos ver alguna ardilla.

Llegamos a una puerta doble con un curioso, rústico y ancestral mecanismo, para que permanezca siempre cerrada, al atravesar la puerta entramos en el recinto de los cérvidos, en él encontraremos gamos, ciervos, corzos y renos.

Cada una de las especies tiene unas características, que aprendemos a identificar, mediante la forma de sus cuernas, el escudo anal, aprenderemos que las cuernas de los cérvidos se cae cada año, y la vuelven a desarrollar, cada vez más grande y con más ramificaciones, siendo objeto de estudio científico ya que si se descubre su rapidez en crecer, podría ayudar en lesiones óseas de los seres humanos.

Al tiempo que vamos descubriendo las especies animales, vamos encontrando especies vegetales, de las que las más destacadas están señalizadas con su nombre popular, su nombre científico, sus aplicaciones medicinales, artesanales, o curiosidades.

Así en este recinto encontraremos, los helechos planta antiquísima, arbustos de boj (Buxus sempervires), empleado artesanalmente por la dureza de su madera, para hacer utensilios de cocina, madera que es tan pesada que no flota en el agua, es una planta que puede llegar a vivir seiscientos años.

Más adelante un espectacular pino albar (Pinus sylvestris), de más de trescientos años de edad, nos sorprende a un lado del sendero por su altura, y el diámetro de su tronco.

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Salimos del recinto de los cérvidos y nos adentramos en el camino que nos va a llevar al recinto de los linces, allí encontraremos linces europeos, que se esconden y camuflan entre la vegetación, existe una plataforma desde la que se facilita su observación, el linde es un animal crepuscular, sale de caza por la noche y durante el día sestea, este año hemos tenido un nacimiento y podemos contemplar al pequeño en sus juegos con la madre.

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Llegamos a una zona de descanso en la que tenemos a nuestra disposición mesas y bancos, unos aseos y un pequeño bar, con una espléndida vista de peña Telera, si lo deseamos hacemos un alto en el camino reponemos fuerzas y comentamos la experiencia vivida.

Al lado de la zona de descanso se encuentra el recinto de los bisontes, en un prado que es el que da nombre al parque, “Lacuniacha”, topónimo de un lugar en el que en tiempos remotos había un pequeño ibón, lacuniacha es un diminutivo algo despreciativo de laguna.

Los bisontes nos trasladan a tiempos prehistóricos, su aspecto es impresionante, vivieron en estos lugares hace miles de años, y han vuelto, se han adaptado perfectamente al lugar, prueba de ello es que se han reproducido y este año también hemos tenido una cría de bisonte, que veremos probablemente junto a su madre.

Continuamos por el sendero, y vemos un grupo de Cabra Montés, con representantes de todas las edades, destaca un macho de mayor edad, que reconocemos por el tamaño de sus cuernos.

Subiendo un pronunciado pero breve repecho, llegamos al mirador de Peña Telera, desde el que observamos el impresionante paisaje, con sus escarpadas crestas, y un singular fenómeno geológico, el “Arco Geotectónico”, en el que un roca a media ladera presenta un enorme arco que fue horadado por el hielo en la época glacial.

Más adelante encontramos Sarrios, normalmente se encaraman a un montículo que se encuentra en el recinto, desde el que en una posición dominante nos observan, llama la atención sus cuernos en forma de garfio, y su mirada altiva.

Volvemos a ver ahora desde una posición dominante el recinto de los bisontes, y un nuevo mirador desde el que podemos observar la Sierra Tendenera, destacando Peña Blanca, el Circo de Sabocos y el Circo de Argualas, los picos de Algás y Garmonegro.

Avanzando un poco tenemos a nuestra vista un magnífico ejemplar de acebo “Ilex aquifolium”, es un arbusto o árbol perennifolio que puede llegar a medir hasta diez metros, las hojas son muy duras y brillantes, variando en el mismo ejemplar entre la parte más baja y la alta de la copa, es una especie dioica, quiere decir que posee ejemplares masculinos y femeninos. De la corteza del acebo se extraía, tras engorroso proceso, la liga: un tipo de pegamento empleado en la caza de pajarillos. La madera de Acebo es tan pesada que se hunde en el agua como la de boj.

Los glaciares pirenaicos han reducido su tamaño, desde el mirador podemos ver en la lejanía el Glaciar Rocoso de Argualas, que es una masa de arenas, piedras y bloques congelados que forman un cuerpo en el que se aprecia hielo intersicial, descendiendo en forma de lengua desde las paredes verticales de Argualas y Garmonegro por el circo glaciar hasta los 2.500 metros de altitud.

Seguimos andando y a nuestra izquierda nos llama la atención un enorme pino albar, completamente seco debido a la caída de un rayo, lo hemos llamado el “Vigía de Lacuniacha”, ya que desde su posición dominante se observa todo el parque.

Terminamos de rodear la antigua laguna, y llegamos a la zona de los caballos Przewalski, auténticas joyas genéticas que poblaron el lugar y cuyos últimos ejemplares se descubrieron cuando ya se creían extinguidos, en las llanuras de Mongolia, estaban dados por desaparecidos, son los caballos que aparecen representados en las Cuevas de Altamira, con sus crines erguidas, el torso ancho, no muy altos. Su historia es novelesca, cuando Przewalski los encontró estaban dados por extinguidos, ahora se reproducen en Colonia (Alemania), sólo se entregan a lugares en los que existen garantías para su conservación y Lacuniacha las tiene.

Seguimos nuestro camino y descendiendo encontramos el recinto de los lobos, el lobo es un animal sobre el que existen muchos cuentos y leyendas, perseguido desde hace siglos por el hombre, ya que diezmaba su ganadería, es un animal astuto, muy fuerte, capaz de realizar grandes desplazamientos y de cazar con sus congéneres formando grupos perfectamente organizados, que son capaces de acosar durante horas a sus víctimas agotándolas, es el único enemigo de animales tan poderosos como el bisonte.

Un amable descenso nos acerca a la entrada, allí encontramos de nuevo la recepción, una zona de descanso, aseos y en la recepción una tienda donde podemos adquirir recuerdos de nuestra visita.


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